La gran mentira de que la pasión es todo lo que hace falta para ser emprendedor

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Nos están mintiendo. Nos están diciendo cosas que no son verdad y provocan que no obtengamos resultados.

Recientemente comentaba con un amigo que una vieja película tenia razón y que las cosas más importantes son las que nunca se dicen, también en el ámbito de tener una empresa. Además de eso, las cosas más dañinas son aquellas que se repiten una y otra vez como si fueran verdades, cuando en realidad son mentiras.

Y se cuentan muchas mentiras sobre esto de ser emprendedor, sobre tener un negocio y qué hace falta para que éste sea rentable.

Algunas de ellas son cosas que tienen una cierta base de verdad, pero esas son las más dañina de las mentiras, porque son sólo medias verdades y se nos oculta la parte importante. Esas son las que más frustración causan, porque las vemos y decimos: «Pero si es cierto y lo estoy haciendo, ¿por qué no funciona?»

Y suele ser porque faltan ingredientes en la fórmula y sin ellos, no surgen los efectos que esperamos.

Por eso, tanto si está pensando en montar una empresa, crear su plan de negocio o ya tiene una iniciativa en marcha, me gustaría terminar, de una vez por todas, con algunas de esas peligrosas mentiras que se oyen constantemente y muchos proclaman como el evangelio de la verdad.

La mentira más insidiosa: «Todo lo que necesitas es pasión»

Ya se sabe, sigue tus sueños, haz lo que amas y lo demás (es decir, el dinero) vendrá solo.

Eso no es así, no en el mundo real. Sirve para vender libros, seminarios de autoayuda y sistemas de negocio dudosos, pero no para tener una iniciativa rentable.

La pasión por lo que hacemos en nuestra empresa es imprescindible, pero no basta para que éste florezca. En matemáticas se habla de condiciones necesarias, condiciones suficientes y condiciones necesarias y suficientes.

Un condición necesaria es imprescindible que se dé para obtener el resultado deseado, pero no basta por sí sola. Por ejemplo, la harina es necesaria para hacer pan, pero no es suficiente, también hace falta agua, sal, levadura, un horno, el conocimiento adecuado…

Lo mismo pasa con la pasión. Es imprescindible, pero ella sola no va a ninguna parte.

¿Por qué es necesaria pero no suficiente?

Bueno, Steve Jobs lo dijo mucho mejor que yo en una entrevista cuando le preguntaron por el verdadero papel de la pasión a la hora de tener una empresa. La pasión es imprescindible porque todo va a ser tan duro, va a haber tantos reveses y sinsabores y va a haber tantos momentos que nos van a poner al borde de tirar la toalla, que si no hay pasión, vamos a abandonar mucho antes de lo que hace falta para tener un mínimo de éxito.

Igualmente la pasión es necesaria porque sin ella no vamos a ser los mejores (otra condición necesaria), ya que no aspiraremos a serlo, no vamos a tener la iniciativa de aprender sobre las innovaciones del sector y no vamos a hacer de nuestro trabajo un arte.

Dicho esto, me da igual la pasión que tengamos si nos metemos en un mercado muerto que no compra, y me da igual la pasión que tengamos si luego no la convertimos en suficiente tiempo de trabajo dedicado a perfeccionar lo que hacemos hasta ser los mejores.

Cuando yo me convertí en emprendedor empecé por el extremo contrario, no me dediqué a lo que me apasionaba, sino a lo que sabía, a lo que había estudiado y en lo que había trabajado años. Y monté una iniciativa y no fue mal, económicamente hablando, pero lo cierto es que me aburría mortalmente y, con el tiempo, se convirtió en un calvario.

De hecho, llegué a tomar tanta aversión que cuando llegaba por las mañanas al despacho y tocaba la tapa del portátil para abrirlo, sentía una sensación de nudo en el estómago que me hundía el resto del día. Así de poderoso fue el condicionamiento negativo que adquirí.

Uno puede pensar que mientras el dinero vaya bien, la cosa es llevadera, al fin y al cabo la mayoría de la gente echa incontables horas en trabajos que no le gustan, sólo para cobrar a fin de mes.

Lo cierto es que, primero, no nos debe de importar lo que haga la mayoría de la gente, personalmente no aspiro a ser como la mayoría y, si está leyendo esto, puedo apostar sobre seguro a que usted tampoco. Además de eso, si algo no te apasiona al final deja de preocuparte, cometes más errores de los que deberías, no te esfuerzas por mejorar nada y la iniciativa va languideciendo, aunque en mi caso la cerré mucho antes de que cayera económicamente, ese era su destino inevitable.

Y también he iniciado alguna cosa derivada de mi pasión y nada más, pero sin un mercado y sin una solución superior, tampoco fueron a ninguna parte.

Hoy día compagino ambas vertientes y procuro mantenerme apasionado por lo que hago, siempre aprendiendo cosas nuevas que me interesan, pero ante todo tengo en cuenta lo que quieren mis clientes, no lo que quiero yo.

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