Por qué establecer una rutina salvará nuestro negocio

El poder de la rutina para salvar nuestro negocio

Hemos de ser conscientes de que lo más difícil a la hora de emprender no son las dificultades, ni los desafíos, son los tiempos en los que parece no pasar nada.

Verá, esto es lo que va a ocurrir. Al principio de crear un negocio comenzaremos con ilusión, con fuerza, estaremos llenos de inspiración, enviaremos emails para conseguir contactos, haremos visitas, abriremos las puertas con energía… Pero pronto esa fuerza inicial se diluirá, especialmente si, como suele suceder en el 90% de los casos, no vemos una respuesta rápida en forma de resultados o validación externa.

Es así, somos humanos, la mayor parte de nuestra motivación para hacer algo depende del feedback que recibimos del mundo exterior. Si las visitas no vienen, si los correos no se contestan (la gran mayoría de ellos no se contestarán) y si los pedidos no llegan, esa fuerza inicial se disipará.

Y he aquí la clave, hemos de recordar que podemos tener resultados, pero no van a ser inmediatos. De hecho, hemos de recordar la máxima de que, si necesitamos dinero ya, no hemos de poner un negocio, ¿por qué? Porque un negocio es una inversión. Un negocio debe ser visto como un cultivo.

En una primera fase ponemos la semilla, la enterramos, la cuidamos y regamos y aún así, no vemos que brote nada hasta que pase un tiempo. Y además, tampoco podemos hacer mucho para acelerar eso, porque por mucho que tiremos de la zanahoria, no haremos que crezca más rápido.

Es importante interiorizar eso. Además, como en el caso de la planta, no veremos si hay resultados o no al principio, hemos de confiar en que, ahí abajo, aunque no lo percibamos, se está gestando alguna clase de resultado que aflorará a su debido tiempo.

Cuando a uno de los creadores de Facebook le preguntaron que qué opinaba del éxito repentino de la iniciativa, él contestó:

«Si por éxito repentino estamos hablando de los más de seis años de trabajo en la sombra…».

Los éxitos de la noche a la mañana no son lo habitual y, de hecho, son mentira. Son historias creadas porque esa clase de narrativas venden.

¿Quién quiere oír la historia de alguien que trabajó duro, apretó los dientes y con esfuerzo consiguió poco a poco resultados? Nadie. Incluso las historias que son así, como el caso de Facebook, se venden como historias de millonarios jóvenes y repentinos.

El mayor enemigo

El mayor enemigo de un emprendedor es pues la llanura. Es decir, esos largos momentos en los que todo parece igual a nuestro alrededor. En los que caminamos, pero ahí enfrente sólo está el horizonte plano que vimos ayer, antes de ayer y la semana pasada. No vemos un final, un cambio, unos resultados, unas ventas.

Pero hemos de atravesar la llanura, y es en la llanura donde cae la mayoría, muchas veces porque no han planificado las provisiones adecuadas para atravesarla (es decir, el tema de dinero tal y como se habla en Cómo empezar un negocio), pero otras muchas veces es porque la motivación se termina.

Cuando toca escalar una montaña o tenemos un desafío por delante, mucha gente saca fuerzas y responde ante la desgracia. Pero, ¿la llanura? ¿Seguir caminando cada día con la fe de que llegaremos a algún lado aunque no lo parezca? Eso sólo lo hacen unos pocos.

Los genios practican cada día, no dependen de su talento. El que toca cada día su instrumento, el que escribe cada día, el que corre cada día… Esos son los que obtienen los resultados. Pero la mayoría, en cuanto no recibe un feedback externo rápido, desiste.

Emprender significa atravesar grandes llanuras, periodos largos donde las visitas son ínfimas y la atención que despertamos es nula, por muy bien que lo hagamos. Pero he aquí lo importante:

Es imprescindible pasar por ahí para llegar al lugar que queremos.

Sin pagar ese tributo, no vamos a tener recompensa. No hay atajos y las historias de éxito rápido, en el muy raro caso de que no sean mentira o estén muy distorsionadas, son tan improbables como las historias de esos ganadores de lotería que vemos en las noticias. No podemos depender del mismo sistema que la lotería si vamos a emprender.

Sabiendo eso, el único antídoto es establecer una rutina, a fin de atravesar la llanura. Con el establecimiento de una rutina, acabaremos generando hábitos, que son lo más importante.

Esto, que parece lógico, es lo más difícil para casi todos los emprendedores en Internet. Antes, el jefe venía y nos decía lo que teníamos que hacer, pero ahora no respondemos ante nadie y no hay nada más común que pasar los días y, sin darnos cuenta, hemos perdido el tiempo en redes sociales y tareas sin importancia que nos han mantenido eterna, y falsamente, ocupados. Pero no han dado resultado real ni han contribuido a la mejora de las dos cosas más importantes: Marketing y producto.

La cuestión es, la productividad y el establecimiento de una rutina es lo más importante. Los emprendedores que desconocen los principios básicos de la productividad caen presa de:

+ Desbordamiento y estrés.

+ Largas horas de trabajo en tareas no importantes (es decir, que no contribuyen a resultados tangibles).

+ Abandono por falta de motivación, especialmente en esos periodos de llanura.

Para paliar eso, recuerde: el antídoto es una rutina. No podemos levantarnos cada mañana y preguntarnos: «A ver qué tenemos que hacer hoy». Eso es de amateurs, no de profesionales. Y los amateurs sobreviven poco tiempo en el mundo de los negocios.

En la práctica eso implica también conocer y aplicar lo más importante sobre productividad personal, que es lo que vamos a ver a continuación. Pero además es importante tener en cuenta el hecho de que va a haber, inevitablemente, periodos de llanura, sobre todo al principio.

Lo que se ha demostrado que funciona para ser productivo

Personalmente nunca he entendido esos libros de 200 páginas sobre cómo ser productivo, el hecho de tener que leerme esas 200 páginas, o aprender complicados sistemas de productividad, va en contra de la esencia misma de lo que tratan de conseguir, además de que se convierten en aliados del enemigo.

No hay nada más común que aparcar el trabajo y creer que somos falsamente productivos leyendo, aprendiendo sobre el tema y haciendo listas de las que tachamos tareas poco importantes. Todo eso no consigue más que una falsa sensación de logro. Por eso creé Productividad total, un material breve, conciso y práctico, pero no se preocupe, que aunque no lo posea (aunque se lo recomiendo sinceramente y puede probarlo dos meses sin compromiso), he aquí lo que mejor funciona, y no le llevará más que unos minutos aprenderlo y aplicarlo para siempre.

1. Guarde las 2-3 primeras horas de la jornada para lo importante

Las primeras horas son de oro, las más productivas y efectivas. No nos vamos a entretener con la ciencia que lo ha demostrado, pero es así.

Por eso han de dedicarse o al producto (proyectos importantes, nuevos productos, mejorar el que tenemos) o a marketing, pero marketing de verdad (contenido, trabajo en campañas, etc). El marketing social no cuenta aquí, ese lo dejamos para luego. Dos horas en Twitter «haciendo Marketing» son dos horas perdidas, la verdad.

2. Cero distracciones, lo que significa, móvil en otra habitación e Internet desconectado

Internet y sus miles de distracciones. El correo, las redes, la web y los periódicos o sitios que solemos visitar… Eso déjelo para las últimas horas.

3. Nada de avisos instantáneos de emails ni mensajes, estos se gestionan en lotes

Esto conecta con lo anterior. Los emails y mensajes se gestionan en lotes, lo que significa que cogemos una hora determinada, que no esté entre las primeras (por ejemplo, las doce del mediodía) y nos ponemos única y exclusivamente a contestar y gestionar esos emails y mensajes.

Si es necesario, pondremos una respuesta automática o haremos saber a los clientes que se hace así precisamente para una mejor gestión, de manera que sepan lo que pueden esperar al respecto.

4. Establezca una rutina de cara a los clientes

En general, si en su rutina elimina distracciones y usa las primeras horas para lo importante, ya será más eficiente que el 90% de emprendedores. A partir de ahí, es importante construir una rutina por días, para ir condicionando a los clientes.

Envío de facturas, horarios de atención, respuestas a emails, deje claro bien cuándo pueden esperarlo, de modo que nuestra audiencia se acostumbre, sepa lo que esperar e incluso lo anticipe.

Así no se encontrará con prisas de último momento, ni presiones a horas intempestivas.

La rutina tiene mala fama, la palabra ha adquirido incluso un cierto significado negativo, pero es todo lo contrario, con una buena rutina de trabajo priorizando lo importante, seremos profesionales en nuestro negocio. Esos que sí sobreviven en un contexto así de duro.

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