Lo que funciona de verdad para conseguir una alta motivación real en nuestra empresa

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No hay fuerza más poderosa que la motivación. Con ella podemos conseguir lo que queramos, trabajar lo que necesitemos y no cansarnos.

Pero tampoco hay tema en el que haya más confusión y mitos que en el de la motivación. Muchos gurús hacen mucho dinero proponiendo técnicas que no funcionan, e ignoran la ciencia que hay detrás de lo que sí lo hace.

Multitud de estudios se han centrado en averiguar qué es lo que nos motiva realmente con datos en la mano, y es esto.

El primer paso: construir el entorno de trabajo adecuado

El secreto de una motivación efectiva comienza por configurar en nuestro negocio un entorno donde florezcan tres necesidades psicológicas innatas, que han sido demostradas una y otra vez por centenares de trabajos y estudios en ese campo.

Estas tres emociones necesarias para la motivación son.

1) Competencia.

2) Autonomía.

3) Conexión.

Si esas necesidades están cubiertas permanecemos motivados, productivos y felices. Si no lo están, nos desmotivamos y la satisfacción cae en picado.

¿Ve el dinero en esas tres necesidades? No aparece. Esto no quiere decir que el dinero no sea importante cuando estamos hablando de actividades profesionales, por supuesto que lo es, pero está demostrado que si uno ya tiene una base monetaria adecuada, el dinero no es el factor principal de bienestar.

Es importante recalcar lo de una base monetaria adecuada. Si uno no llega a fin de mes, o la compensación por un trabajo es claramente injusta, no pensaremos en otra cosa que en el dinero, y la motivación resultará imposible.

Asumimos aquí que en nuestro entorno esa compensación existe y es adecuada, si no es así, ese es el primer punto a arreglar para estar motivados.

Una vez con el tema monetario en orden la tarea es asegurarnos de que en nuestra empresa se favorecen esas tres características.

Los tres pilares de la motivación explicados con detalle

1) La competencia implica que se trabaja bien, con calidad, sin chapuzas, sin el objetivo simplemente de pasar las horas, hacer caja e irnos a casa.

Este elemento es indispensable porque conecta de cerca con uno de los elementos intrínsecos de la motivación que veremos más adelante.

2) La autonomía es un componente clave de la motivación real personal, por eso en nuestra empresa debemos favorecerla, pero entendiéndola bien.

Autonomía no significa dar completa libertad y que cada uno haga lo que quiera, eso no funciona y sin limitaciones y restricciones tendremos la receta del desastre.

Autonomía significa capacidad de decidir dentro del trabajo que se hace. Es decir, que yo puedo poner un objetivo o encargar que un proyecto se lleve a cabo en tal fecha, pero mientras se cumplan unos requisitos básicos, el cómo se haga es una cuestión del equipo o la persona encargada. Si dicha persona no tiene nada de autonomía, no tendrá motivación

3) Por último conexión implica la capacidad de formar equipos con el resto de la gente y sentir que formas parte de algo que tiene un buen propósito.

Por ejemplo en la famosa marca Gore-TEX cualquiera que desee ascender en la empresa y empezar a liderar equipos debe reunir a un grupo de gente que esté dispuesta a trabajar con él.

La clave es que haya un grupo unido, porque cualquiera que se sienta aparte y desconectado, se verá automáticamente desmotivado.

Si alguien desarrolla su actividad en un contexto así es mucho más fácil que se sienta motivado, ya que es un campo de cultivo adecuado para que crezcan los elementos que componen la motivación verdadera, y que son los que vamos a ver a continuación.

Los elementos que componen la verdadera motivación

De acuerdo con Daniel Pink, experto real en el tema, los tres elementos de la motivación verdadera y duradera son:

1) Autonomía.

2) Maestría.

3) Propósito.

La autonomía ya la hemos visto. Si no tengo capacidad alguna de decidir en mi trabajo soy poco menos que un robot en una línea de ensamblaje. No muy motivador, la verdad, ya que no tengo control alguno de dónde va mi vida y qué hago con el tiempo que se me ha dado, simplemente lo estoy vendiendo (barato) a cambio de un sueldo.

La maestría implica el deseo de ser mejor en algo relevante, en algo que importa. Sin ese deseo constante de ser mejor, no tendremos nunca motivación.

Me habrá oído decir alguna vez que uno de mis principales aprendizajes personales en esto de tener una empresa es que estás como si caminaras sobre una cinta transportadora que te empuja hacia atrás. En el momento en que te quedas parado, no te detienes realmente, sino que te vas quedando más atrás poco a poco, por eso es indispensable moverse hacia adelante constantemente y no dormirse en los laureles.

¿Y qué es necesario para moverse y avanzar? La maestría, el querer ser mejores en lo que hacemos. De hecho, si no hemos entrado con la intención de ser los mejores en nuestro trabajo, no sé ni lo que hacemos ahí.

Por último, el propósito significa que lo que haces está al servicio de algo más grande que tú. Desde una buena causa hasta algo que mejore la vida de los demás (que se supone debe ser el objetivo de cualquier producto que se vende… al menos en teoría).

Como seguramente sabrá ya, he tenido varios trabajos antes de ser emprendedor y he tenido otras iniciativas antes de esta.

En una de ellas era asesor económico «tradicional», con cuentas, impuestos y demás. Lo dejé porque estaba acabando conmigo, independientemente del dinero, que no estaba nada mal.

Para empezar, en aquel trabajo ni siquiera sentía que tuviera demasiada autonomía. Es cierto que me organizaba como quería y realmente ese era el elemento de motivación que más presente estaba, pero aún así me sentía atrapado, al ritmo de los trimestrales, presentaciones de cuentas y plazos que me ponían los clientes y la legislación.

Para seguir no tenía ningún incentivo de ser mejor en lo que hacía.

No es que lo descuidara, pero un asiento contable es un asiento contable aquí y en Compostela, y las leyes fiscales ponen lo que ponen, sin dar mucho margen a la libertad. Además de que no sentía que estuviera empleando mis habilidades en algo que importara de verdad, ni tuviera relevancia alguna.

Para terminar, ni de broma pensaba que lo que hacía tenía un propósito más grande que yo, ni hacía un bien especialmente importante a nadie. Seamos sinceros, no es que quisiera construir una pieza clave del «gran esquema de las cosas», pero uno no siente que está haciendo algo grande entre libros de cuentas, cierres e impuestos.

La motivación era el dinero, pero una vez cubierto un mínimo era cierto que no me alegraba un sólo minuto ver que creciera más mi cuenta.

Aunque soy muy dado a cambiar de aires en cualquier momento y probar cosas nuevas en lo que a mi carrera profesional se refiere, ahora tengo muchos más elementos de motivación en lo que hago, lo que me mantiene en ese camino.

Para empezar, tengo autonomía verdadera en el sentido de que puedo decidir la dirección de dónde y cómo quiero ir con mi iniciativa. Si voy a hacer este producto, empezar con otro o me voy a centrar en algo muy diferente.

De hecho, eso supone a veces un problema porque ya sabemos que demasiada libertad de movimientos hace que te disperses, pero prefiero tener ese problema que el de tener que bailar al son de otros.

En cuanto a maestría, me gusta lo que hago y siento que ayuda a otros (cosa que me confirma el hecho de recibir mensajes de mis clientes y usuarios, o hablar con otra gente sobre el tema y ver cómo le han funcionado cosas).

Sin que nadie me obligue, intento estar al filo de la innovación en cuanto a Marketing y otros temas de gestión. Enterarme de cosas e ir a investigar qué les ha funcionado a otros (de hecho gran parte de lo aprendido, y que he visto que funciona, está en esta sección Premium).

Y en cuanto a propósito, no voy a decir aquí que hago una obra como la de Vicente Ferrer o Médicos sin Fronteras, pero sí tiene más sentido que el mero dinero. Mucha gente me escribe y me habla de lo que quiere hacer, de crear algo propio y liberarse. Servir para que eso les vaya mejor o eviten tropezar es más gratificante que supervisar los 390 de IVA de un grupo de empresas.

La decisión más importante para estar motivados

Para motivarnos nuestra tarea consiste en gran parte en hacer una buena elección. Elegir y seguir un camino en el que podamos hacer florecer esos elementos.

Es cierto que podemos intentar generar las condiciones básicas de un entorno motivado que hemos visto, pero por desgracia no vamos a poder inyectar los tres elementos de la motivación en todo lo que hagamos.

Intenté muchas cosas antes de dejar mi anterior iniciativa, pero simplemente dichos elementos de motivación no los encontraba en lo que hacía y no iba a conseguir crearlos.

Así que por experiencia personal, y aunque no suene muy halagüeño, no vamos a tener el poder de aplicar todo esto en todo lo que queramos, y gran parte del éxito dependerá de la primera elección de nuestro camino.

Igual que si elegimos meternos en un mercado que no compra vamos a tener mucho más difícil reconvertirlo y reeducarlo para que adquiera nuestros productos (de ahí lmi eterna recomendación de encontrar un mercado hambriento primero y hacer el producto después), aquí también vamos a depender de si estamos en una actividad donde los tres elementos ya están presentes en nuestro caso, aunque no se encuentren especialmente desarrollados.

La autonomía la podemos crear de la nada, pero la maestría y el propósito son cosas que, al menos potencialmente, deben encontrarse ya en lo que elijamos.

Por eso muchas veces encontrar la motivación depende de una dura decisión, la de dejar lo que estamos haciendo y dedicarnos a eso que siempre hemos querido hacer y que no ha parado de susurrarnos desde el fondo de nuestras cabezas.

8 actividades a poner en práctica para aumentar la motivación en nuestro negocio

Vale, ya sabemos que gran parte del éxito radica en la elección que hagamos, pero si ya la hemos hecho y no es la mejor, aún así podemos mejorar mucho el ambiente y la motivación, estemos donde estemos.

Para ello:

1. Emplear el «sistema Google»

Y dejar que aquellos que trabajan para nosotros (y nosotros mismos) dediquen un 20% de su tiempo de trabajo a los proyectos que deseen.

Muchos en Google los dedican a proyectos experimentales que luego no suelen tener mucha rentabilidad, pero a veces hacen un bien a otros. A veces también son el primer paso que permite llegar a ese otro proyecto importante, y en otras ocasiones son simplemente proyectos que ayudan porque mantienen la motivación.

2. Incentivar el reconocimiento por nuestra parte y la de nuestros compañeros

Está demostrado que es mucho más motivador que el trabajo que hacemos sea reconocido por nuestros colegas que el recibir más dinero por él.

Hacer reuniones para compartir el trabajo y reconocer delante de todos los méritos de cada uno dispara la moral.

3. Realizar una auditoría de autonomía

Y comprobar así cuánta libertad tienen los empleados para desarrollar el trabajo como quieran, a la hora de cumplir los objetivos propuestos

4. Los que sean jefes necesitan dejar de microgestionar todo (mi gran error personal)

Deben delegar control y dejar “solos” eventualmente a sus empleados para que hagan a su manera si es que cumplen los objetivos.

5. Comunicar a los empleados cuál es el propósito verdadero de la empresa

El propósito más allá de hacer dinero, claro. Es decir, que todos sepan para qué estamos ahí realmente, cómo hacemos mejor la vida de los demás.

6. «El test del pronombre de Reich»

Esto es muy sencillo, implica simplemente escuchar a los empleados y si emplean la primera persona del plural (nosotros).

Si la usan a menudo (en contraposición a «yo», «ellos», «la empresa…») es síntoma de motivación y compromiso.

7. Crear un entorno que haga que la gente se sienta bien participando

En Japón eso se lleva hasta la maestría y, especialmente,** se tiene en cuenta la opinión de quienes trabajan en la primera línea**, en la cadena de montaje o las operaciones sobre el terreno.

8. Cambio de tareas

La gente se aburre si trabaja en una sola cosa todo el rato, con lo que son ideales los cambios de vez en cuando.

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