Una importante lección aprendida por las malas

hablar en publico

Recientemente comentaba con un pequeño grupo escogido de clientes una importante lección aprendida a raíz de una campaña de Marketing que reconozco que ha superado todas las expectativas que tenía puestas en ella.
Esa misma lección me gustaría comentarla aquí.
 

"El tema de hoy" es un enemigo oculto que tenemos como emprendedores y que además se disfraza de aliado, nos hace creer que está a nuestro favor y eso lo hace doblemente peligroso.
Comentaba hace poco con un pequeño grupo escogido de clientes algunas de las lecciones más importantes extraídas de una campaña de Marketing que había superado todas las expectativas.
El proyecto para el que era la campaña dio sus primeros pasos en la primavera de este año (aunque era algo que estaba en los planes de Recursos Para Pymes prácticamente desde su gestación). Cuando llegó septiembre era la hora de terminar todo en plazo (incluyendo dicha campaña de Marketing) y poner en marcha una primera prueba.
En esos casos aprendes (una vez más) que, si eres emprendedor, cuando la necesidad aparece las "tonterías" desaparecen.
No soy una máquina perfecta ni mucho menos, como muchos emprendedores tengo que luchar todos los días por mantener mi atención enfocada en lo importante y no ceder a las miles de distracciones, pero cuando a dos semanas del plazo final para sacar adelante la campaña, sin posibilidad ya de vuelta atrás y estando en una situación donde no hay más opción que hacerlo o hacerlo… Entonces todas las distracciones se apartan, los desafíos que surgen se resuelven en un momento de la forma más efectiva (sin tener que estar pensando y pensando, sino con una estocada firme) y si hay que dormir poco, pues se duerme poco y no hay problema.
Cuando el primer mensaje de la campaña estaba preparado y listo para enviar surgió la tentación de retrasar todo un poquito, ya se sabe, para que todo esté "perfectamente" listo.
Total sólo serían un par de semanas, quizá algo más, pero no mucho, era lo mejor para que todo fuera sobre ruedas… Mientras esa conversación estaba (una vez más) en mi cabeza (como pasa muchas veces en los proyectos importantes) pulsé el botón de Enviar Mensaje para que no hubiera vuelta atrás.
Personalmente colocarme en esa posición en la que ya no hay retirada posible y sólo te queda la opción de seguir adelante hace que las cosas de verdad salgan adelante.
Y he aquí la lección para mí, que he tenido que aprender más de una vez por las malas y por eso ya casi nunca se me olvida.
Que intentar hacerlo todo perfecto es uno de nuestros peores enemigos como emprendedores, mientras que simplemente hacer las cosas y ponerlas en marcha es lo que nos trae el resultado.
Al menos por mi experiencia el momento adecuado donde todo está perfecto no existe, cada vez que me veo tentado con esa mentira tan atractiva de la perfección sé que tengo que ponerme en una situación donde no haya vuelta atrás, sé que tengo que pulsar ese botón de "Enviar", o confirmar públicamente al cliente las fechas, así seguro que saco adelante lo fundamental, porque no hay más remedio.
Cada vez que estoy esperando la perfección y tentado de retrasar cosas o dejarlas para mañana recuerdo la que probablemente es la mejor frase que haya escuchado nunca y que si ya lleva algún tiempo formando parte de Recursos Para Pymes también me habrá escuchado.
"El mejor momento era el año pasado, el segundo mejor momento es AHORA" (Seth Godin).
Una sugerencia para aplicarlo en la práctica:
Si estamos esperando que llegue el momento perfecto estamos perdiendo dinero, así de sencillo.
Por tanto la pregunta es:
¿Qué proyecto o acción estamos retrasando por culpa de ese motivo de "hacerlo perfecto"?
Si tenemos algo así guardado en la mochila pongámoslo en marcha en los próximos días, si funciona bien en lo básico las mejoras vendrán con el tiempo.
Intentemos lo que intentemos y por mucho que retrasemos, repasemos, ajustemos o intentemos tener calculada cada variable nunca vamos a poder controlarlo todo.
Es más, otra de las lecciones aprendidas es que, casi con toda seguridad, el número y la magnitud de los problemas que surgen son proporcionales a la importancia del proyecto, con lo que a veces, cuando los veo venir y son desafíos importantes sé que lo que estoy haciendo debe merecer mucho la pena… pero esa es otra historia.

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