El optimismo y la gestión de empresa

La segunda parte de 10 lecciones aprendidas teniendo un negocio ha sido probablemente uno de los artículos que más interés y reacciones positivas ha despertado.

Algunas de esas "lecciones" ya se han comentado ampliamente en otros artículos, como es el caso del valor real del tiempo o bien la importancia del Marketing, no es vano hay toda una sección en esta web dedicada solamente a ese tema, la cuestión es que dentro de esas lecciones ha habido un tema de ámbito digamos "más personal" que ha casuado bastante interés y es la necesidad de que si uno es empresario mejor que cultive un fuerte sentido del optimismo.

Profundicemos un poco más en algunas claves importantes de esta habilidad.

Para comenzar mejor tener claras dos cosas cuando se habla de optimismo para entender lo que se quiere decir.

1.- El optimismo no sube nuestro nivel de ventas por ningún proceso "mágico" de "pensamiento positivo por sí solo = resultados positivos". Sentarse, dejarse llevar por las fantasías y luego esperar de brazos cruzados a que nuestros deseos se hagan realidad es vivir una mentira.

2.- Optimismo nunca quiere decir autoengaño. Y nunca es nunca. Tratar de sonreír simplemente cuando los resultados arrojan cifras horribles y no hacer nada al respecto no es ser un optimista, es ser ciego y no querer enfrentarse a las cosas.

El optimismo útil implica centrarse todo lo posible en las oportunidades, esperar el mejor desenlace con los pies en la tierra y saber que al final, en los momentos duros, toda lluvia escampa como dice el proverbio y que si uno decide centrarse y trabajar para hacer realidad las oportunidades tiene una gran capacidad para cambiar el curso de las cosas.

Llevar eso de ser capaces al extremo y creer que todos podemos hacer todo probablemente nos lleve a caer exhaustos y luego a frustrarnos, porque deberíamos haber podido ser capaces de todo lo que nos habíamos propuesto si hubiéramos tenido suficiente optimismo y voluntad.

Como también se dice en la segunda parte de 10 lecciones… uno por sí solo no puede, es maravilloso en teoría creer que si nos lo proponemos podemos hacer lo que queramos, pero es mucho más inteligente y estratégico centrarse en lo que somos buenos, mejorar día a día nuestro núcleo de negocio y dejar a otros especialistas que hagan el resto de los trabajos.

Yo puedo ser un buen editor de libros y si me lo propongo puedo ser bueno con los números y llevarme mis cuentas e impuestos, pero es mucho más rentable pagar algo al mes y que lo haga un especialista, así podré coger todo ese enorme tiempo y esfuerzo que habría dedicado a pelearme desde cero con la legislación del IVA y dedicarlo a ser mejor editor de libros, a buscar nuevas maneras de hacer llegar mis obras a más público, eso, en el 99% de los casos, me proporcionará más ingresos y rentabilidad que lo que me cueste un asesor, la verdad.

La mejor manera de hacer que nuestro pensamiento optimista se haga realidad es mediante la acción estratégica masiva. Eso implica poner en el asador todo nuestro esfuerzo y emplear en nuestra iniciativa una enorme cantidad de horas (afrontémoslo, una empresa precisa mucho tiempo dedicado) pero sabiendo exactamente para qué hacemos las cosas , qué objetivos pretendemos conseguir y estar seguros de que nos esforzamos en actividades que nos van a proporcionar algo a cambio en vez de echar muchas horas en cosas que luego no dan resultado.

El pensamiento optimista por sí solo no sirve, si no actuamos ya podemos ser todo lo positivos que queramos que el informe de mañana o el producto que se quiere sacar el mes que viene seguirán sin adelantarse si no movemos un dedo.

Pero c uando cogemos esa acción y la optimizamos de manera estratégica (es decir que definimos nuestros objetivos y nos paramos a planificar cuál es la mejor manera de llegar a ellos y cuáles son por tanto las tareas necesarias) entonces sí estamos en el camino de que esa visión optimista y nuestra realidad se parezcan cada vez más.

Optimismo + Estrategia + Acción. Esa sí es una fórmula que nos puede llevar a hacer realidad nuestros mejores escenarios mentales.

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