El gran enemigo de los emprendedores

tarjeta de visita

Esta ha sido una de esas semanas donde no das una a derechas. Teniendo que adelantar bastantes proyectos, tanto de Recursos Para Pymes, como de otra clase, al final del día tienes esa sensación de no saber dónde se ha ido el tiempo y qué has hecho con él, porque todo sigue en el punto que estaba.

Y lo que es peor, has tenido todo el rato esa desagradable sensación de estar muy ocupado, la cual particularmente me ha parecido bastante estresante porque echando la vista atrás, me podía haber tomado la semana de escapada a algún sitio recóndito y el resultado práctico hubiera sido más o menos el mismo.

Me da la sensación de que le suena esto que le estoy diciendo y que lo ha vivido, porque en esos momentos caemos en las garras de uno de los dos enemigos más importantes de cualquier emprendedor, o mejor dicho, de cualquier persona que se proponga sacar algo adelante.

Ese enemigo son las distracciones.

El otro gran enemigo principal es el miedo, pero esta vez nos vamos a centrar en las distracciones.

Afortunadamente en el día de hoy he podido invertir la tendencia, porque particularmente no me pone de muy buen ánimo que llegue el final del día y darme cuenta de que lo he desperdiciado en las cosas que no importan.

El problema para muchos emprendedores es que hoy día hay tantos estímulos y tantas distracciones que es imposible poner el 100% de la concentración en una tarea.

Nos interrumpen mil veces, el teléfono suena, nos llega un sms o email y el programa de mensajería instantánea está ahí acechando (y yo no tengo Facebook, que si no…)

Lo mismo ocurre con otra clase de distacciones como oportunidades que nos surgen y nos tientan, o nuevos proyectos que pensamos que podrían estar bien. Al final pasamos los días echando un vistazo o empezando mil cosas y no acabando ninguna.

La capacidad de centrarnos la cosa más importante de nuestro negocio y trabajar en ella durante un periodo mínimamente prolongado es una habilidad en extinción, y es una pena porque es la más importante para conseguir resultados.

Finalmente hoy he podido trabajar bien, concentrado y manteniendo a raya esas mil cosas que te intentan empujar para todos lados menos para la dirección que deseas.

He aquí cómo lo he hecho por si le ocurre a usted y quiere contraatacar para recuperar su tiempo y hacer un trabajo de calidad, ese que luego nos permita relajarnos sin el sentimiento de culpa de «tengo que hacer todavía esto o lo otro».

Lo primero es señalar que quien pueda hacerlo por pura fuerza de voluntad, que sepa que lo admiro de veras, yo no puedo, soy probablemente la persona con menos fuerza en ese sentido que conozco, y tampoco soy especialmente organizado (hey, nadie es perfecto) lo cual contribuye a ser presa «fácil», sin embargo sí soy consciente de que mi tiempo es lo más valioso que tengo, lo que juega en mi favor porque siempre estoy pensando en cómo cambiar la situación cuando ocurre en vez de dejarme llevar. A veces ocurre en unos minutos, a veces tienen que pasar tres días como esta semana.

1.- Eliminar las distracciones.

Como no tengo fuerza de voluntad lo que nunca hago es comprar chocolate para tenerlo cerca y que me esté tentando todo el rato. De ser así, sé que no me resistiré, pero si no hay chocolate en casa ya me cuesta mucho más bajar a comprarlo y así puedo resistir la tentación, no enfrentándome directamente a ella.

Lo mismo ocurre con la mayoría de distracciones habituales del estilo del e-mail o el teléfono.

Simplemente los apago.

De hecho hasta no hace mucho el proveedor de Internet fallaba constantemente y aunque era un incordio estar desconectado pronto me dí cuenta de que esos eran los días más productivos que tenía.

Así que avisadores de e-mail, teléfono y demás, apagados. Internet desconectado si no es estrictamente necesario para el trabajo a mano y si ocurre que trabajamos con otros, decir que no nos interrumpan hasta una determinada hora.

2.- Cambiar totalmente la rutina.

Normalmente empiezo la mañana trabajando mínimo una o dos horas en lo más importante o rentable de mi negocio, personalmente es lo que mejor me funciona porque son las horas más productivas y las quiero aprovechar en eso.

Sin embargo esta semana eso no funcionaba, me costaba un mundo y me distraía, así que, aprovechando la libertad que me da trabajar para mí mismo, he empezado el día con otros proyectos personales que nada tienen que ver con mi trabajo, algo que me ha puesto de buen humor porque lo he estado dejando toda la semana y me creaba complejo de culpa.

Eso ha cambiado la tendencia, pero la moraleja es que si no avanzamos, mejor dejar de empujar en esa dirección, levantarse del ordenador y dar un paseo, probar a cambiar radicalmente el hábito, ir a trabajar a otro sitio, incluso a un bar tranquilo o el banco de un parque, en definitiva, no seguir por el mismo camino que estamos llevando, introducir un cambio.

Yo soy un firme creyente en la formación de hábitos, pero con el tiempo se pueden volver aburridos y es necesario algo de cambio para introducir chispa.

De todas formas esto se puede resumir en que no merece la pena seguir empujando en la misma dirección, porque cuando estás así es como luchar con una pared, tu empujas más fuerte y ella no tiene problema en resistirse más fuerte.

3.- Respetar los descansos.

Una de las particularidades de los días poco productivos es que todo el tiempo se convierte en una especie de trabajo descentrado donde tienes los pensamientos en otro lado, o bien de descanso «culpable» donde en vez de relajarte sigue dando vueltas las obligaciones que tienes que hacer.

Uno de mis principales descubrimientos fue respetar los descansos totalmente y obligarme a emprender en ellos una actividad de ocio (como leer o comer algo) que ayude a desviar el pensamiento del trabajo, si no, no desconectas y no descansas.

4.- Hacer las tareas ridículamente pequeñas.

Tienes esa lista de cosas y al final del día no sólo no has tachado ninguna, sino que has añadido otro par más que se acumula para el día siguiente e incrementa el agobio.

La solución para mí es coger esas tareas y dividirlas en otras tan pequeñas que apenas cueste un par de minutos ponerse y hacerlas.

Eso permite obtener algo muy importante, un impulso inicial que venza la inercia, lo cual tiene un efecto muy positivo, quieres seguir moviéndote en esa dirección, porque lo más difícil es empezar y vencer la resistencia inicial, una vez lo consigues descubres que no era para tanto y, como cualquier cosa a la que le han dado impulso, tiendes a seguir en esa dirección correcta.

Esas han sido las cuatro cosas que me han permitido cambiar la tendencia, y de veras espero que le sirvan cuando le ocurran a usted, para vencer así a uno de nuestros grandes enemigos comunes.

7 comentarios en “El gran enemigo de los emprendedores”

  1. Hola , saludos … Yo recomiendo que para estar enfocado casi por completo en realizar una actividades se deben tomar nota de que actividades se deben realizar durante ese dia y hacerlas por su puesto , plantearse horarios adecuados tomando en cuenta los inconvenientes que puedan surgir y tomarse un pequeño descanso cada cierto tiempo .
    Gracias por tu articulo muy bueno
    Saludos
    Enrique Gastelo

  2. Lo que yo estoy haciendo es compartir el trabajo en distintas horas del día.
    Hay horas en la que estar delante del ordenador subiendo productos me es imposible ya que llegan muchos clientes y me tengo que levantar un ciento de veces en minutos.
    En las horas «muertas» es donde me aplico más en trabajos que necesito concentración como este que he comentado.
    El tema de e-mail, teléfono, e internet, no puedo desconectarlo, pues «como de ello».
    Lo que si hago es tomar nota de los correos, tlf y contestarlo posteriormente má tranquilo, no hay cosa que me moleste más que tener que hablar o dar una respuesta con prisas y a lo loco.

  3. Hola Isaac,

    Esta semana he estado igual que tú! Creo que esa tendencia está en el fondo de las personas que somos algo perezosas. Me doy cuenta de que rindo más cuando tengo más volumen de trabajo. Si tengo poco, de manera inconsciente, remoloneo aquí y allá con Facebook, leyendo tus artículos (que no me pierdo ningún viernes), etc.
    La voluntad es básica, pero es tan esquiva…

  4. Buen artículo y real como la vida misma. Fíjate, que en vez de estar trabajando, estoy leyendo y comentado tu escrito 😉 … Pero merece la pena. Gracias Isaac.

  5. Pienso que has descrito con mucha realidad una situación muy frecuente, a la que, como solución, añadiría la de reflexionar sobre que tareas a las que podemos denominar «robatiempos» y agruparlas por familias, reservándoles un tiempo determinado y previamente programado (ej. realizar llamadas telefónicas, responde e-mails, etc., de asuntos, necesarios, pero de poca importancia). Otro aspecto a tener en cuenta, es que el emprendedor, precísamente por su carácter emprendedor, suele tener cierta tendencia a hacerlo todo él mismo. Delegando ciertas funciones nos daremos cuenta de que también hemos delegado algunos «robatiempos». No se trata de pasar el «paquete» a otro, sino de rentabilizar el tiempo, no de uno mismo, sino del conjunto de las personas con las que se trabaja.
    Buen artículo.
    Un saludo

  6. Hola Isaac, buenas tardes.

    Tan real como la vida misma, en muchas ocasiones me pasa exactamente lo que dices, pero me digo a mi mismo: no me queda otra que hacerlo, y siempre mi reacción es la misma: suspiro, sonrio y al tajo. Una vez que empiezas ya te haces a la idea, por eso creo que lo más importante es tener esa fuerza de voluntad de la que hablas. De todos modos si que tenemos que ser frios y realistas a la hora de comprometernos con el trabajo diario, a veces tu mismo te comprometes a hacer algo que en realidad sabes que no vas a ser capaz de terminar.

    Saludos.

Los comentarios están cerrados.

Scroll al inicio